Ayer me dijo mi hermana que era un drama que se perdiera la entrevista que le hice a Jon Spencer. Yo creo que exagera, pero la recupero aquí. Entrevisté a Spencer hace dos veranos. Yo buscaba silencio en el hueco de una escalera de El Periódico y él estaba afeitándose en algún lugar de Polonia. Y creo que me perdonó la vida.
Jon Spencer está ahora mismo en algún sitio de Europa. Las estaciones meteorológicas llevan unas semanas registrando tormentas y huracanes. Los del tiempo han perdido los papeles. No saben qué hacer. Pese a todo, tienen suerte: Jon Spencer suena meditabundo, más relajado que nunca. A veces suelta algún fuck para que recordemos que la sangre sigue resbalando por su cara afilada y que sigue siendo un hereje. En marzo vio la luz Freedom Tower – No wave dance party 2015, el décimo álbum de estudio de su Blues Explosion, que tocará en noviembre en Bilbao (día seis), Madrid (siete) y Barcelona (ocho). Cuando Spencer dice Yeah, it´s Jon, oigo algo quemándose de fondo.
- Hace poco has cumplido 50 años, ¿qué ves si miras atrás?
No suelo mirar mucho hacia atrás, la memoria no es mi fuerte. Pero el presente me hace pensar en el pasado. Esta gira europea, por ejemplo. La hemos hecho varias veces, y siempre ha ido genial. Recuerdo con cariño mis discos antiguos. Mi relación con mi trayectoria es positiva. Pero ya te digo que prefiero mirar hacia adelante, aunque tampoco a muy largo plazo. Creo que es bueno focalizar tu energía en el corto plazo, en el momento: ahora estoy centrado en esta conversación. Después, en la prueba de sonido, después sé que pasaré un rato solo para prepararme para el concierto y después, el concierto. Pensar de esa forma me ayuda mucho.
- ¿Ha cambiado tu relación con Judah Bauer y Russell Simins –guitarrista y batería de la Blues Explosion- a lo largo del tiempo?
Por supuesto. Hace mucho que empecé a tocar con ellos. Es imposible que una relación entre seres humanos no cambie en 25 años. Por suerte, nuestra relación es cada vez más profunda. Compartimos un gran orgullo por lo que hacemos, y nos respetamos mucho. A lo largo del tiempo nos hemos dado cuenta de que la combinación de nuestras tres personalidades es lo que ha hecho posible a una banda como la Blues Explosion. Nada más que eso. Con el tiempo, nuestra comunicación y la confianza en el otro han alcanzado niveles muy profundos.
- En cuanto a tu música, tu banda, tus proyectos paralelos, ¿cómo percibes el paso del tiempo?
Esa pregunta es muy compleja. Mira: a lo largo de los años, la Blues Explosion ha crecido en muchos sentidos. Tras reflexionarlo mucho, he entendido que ese crecimiento y esos cambios han ido de la mano de nuestros cambios y de nuestro crecimiento como personas. Eso ha permitido que la banda no dejara de ser nunca una definición de quiénes somos nosotros tres. En ese sentido, hemos valorado muchísimo nuestra independencia a la hora de hacer música, porque no habría sido posible de otra forma.
- La rabia es uno de los sentimientos más relacionados con la música de la Blues Explosion. Después de 25 años, ¿sigues enfadado?
Sí, es cierto. No paso enfadado tanto tiempo como antes, pero me sigue pasando. De todas formas, creo que esa rabia de la que hablas es solo una parte del mensaje de la Blues Explosion. La banda es el resultado de nuestra pasión, de nuestra obsesión, por la música. Pero sí, la rabia me ha empujado hacia adelante muchas veces a lo largo de mi vida.
- ¿Qué te la provoca?
Cosas como que me graben en medio de un concierto (risas). No, es broma. Ese tipo de cosas cotidianas me molestan, pero solo hasta cierto punto. Desde una óptica más amplia, lo que más me jode, lo que más me enfada, es ser consciente de mis propias limitaciones como ser humano. Me encantaría ser un mejor músico y una mejor persona, pero no puedo, es imposible.
- ¿La edad te lleva más al blues que al punk?
Podría ser, pero…no. No lo creo. Lo que pasa es que en mi cabeza no distingo entre blues y punk. No creo que me aleje del punk. El punk siempre ha transformado en música algunas sensaciones que yo he tenido desde pequeño. Sensaciones que sigo teniendo: inconformismo, la rabia de la que hablábamos antes, actitud crítica, todo eso. Creo que esa energía siempre será una referencia para mí, siempre estará ahí.
- Escuchando tus discos, no solo los de la Blues Explosion, se percibe un deseo de no repetirte a ti mismo, de experimentar algo nuevo siempre. ¿Temes repetirte?
Sí, es algo de lo que huyo. Creo que como artista hay que estar siempre buscando algo diferente, aunque solo sea un matiz. Hay que huir de la zona de confort.
- ¿Alguna vez te ha preocupado que una corriente musical determinada no encajara en la Blues Explosion? Pienso, por ejemplo, en cuando empezasteis a meter elementos propios del hip-hop.
No, en absoluto. Como te decía, creo que eso forma parte de mi oficio. No me da miedo intentarlo. Nunca. Luego veré si funciona o no, pero ese tipo de retos me estimulan muchísimo.
- Sin embargo, el eje de la banda sigue siendo la combinación de dos guitarras y una batería, ¿qué te sigue inspirando esa combinación?
Sí, todo sigue surgiendo desde ahí. Esa combinación era una llama que nos encendió cuando empezamos como banda. Ahí hay un poder indescriptible, una energía que fluye entre los instrumentos que me sigue emocionando. Es una forma de seguir siendo quienes somos.
- Grabar un álbum de la Blues Explosion, ¿es más complejo ahora que hace 20 años?
No, el proceso es el mismo: quedamos, escribimos juntos las canciones y, cuando estamos satisfechos con ellas, vamos al estudio y las grabamos. Es cierto que, luego, en el estudio, las cosas no son iguales que hace 20 años. Por cuestiones tecnológicas, sobre todo. Pero, en general, el proceso es el mismo de siempre. No creo que sea más complejo que antes.
- El Nuevo álbum de la JSBX tiene un título muy sugerente: hacéis referencia a dos elementos muy icónicos de Nueva York y, al mismo tiempo, como para huir de la nostalgia, decís que es una fiesta.
Sí, este disco es una fiesta de homenaje a Nueva York, que es nuestra casa y una ciudad a la que amamos. No creo que haya muchas ciudades con más elementos icónicos que Nueva York, pero, sin duda, la Estatua de la Libertad gana con diferencia. Y la No Wave es un momento artístico apasionante que tuvo lugar en nuestra ciudad.
- ¿Se sigue respirando algo de la No Wave en Nueva York?
No, en absoluto. Nada más allá de las bandas que recibieron influencia de aquellas bandas, claro, pero eso ya no es algo propio de Nueva York.
- ¿En qué se diferencia la Nueva York en la que formaste tu banda de la Nueva York en la que vives hoy?
Nueva York es una ciudad que cambia constantemente. Cuando empezamos con la banda había otros bares, otros sonidos en la calle, otras vibraciones. Pero yo solo puedo hablarte de mi experiencia, y yo en los 90 era más fuerte que ahora. Eso hacía que las cosas se desarrollaran de otra manera. Echo de menos algunos sitios y algunas personas que se fueron de la ciudad, pero ese cambio constante del que te hablaba hace que siempre encuentres nuevos alicientes.
- ¿Sigue siendo La ciudad que nunca duerme?
Pues no lo sé, la verdad es que yo hace tiempo que me voy a dormir a una hora que no me permite saber eso.
- Al margen de la Blues Explosion has mantenido una carrera muy activa, ¿de qué proyecto te sientes más orgulloso?
Realmente de todos, pero, si tuviera que elegir uno, diría Boss Hog [la banda que formó a finales de los 90 con Cristina Martínez, que se convertiría después en su esposa, Charlie Ondras, Jerry Teel y Kurt Wolf, miembro también de Pussy Galore, la primera banda de Spencer]. Espiritualmente, dejamos mucho de nosotros en las canciones de esos tres discos [Se refiere a Cold Hands (1990), Boss Hog (1995) y Whiteout (2000)].
- En 1996, la Blues Explosion grabó con R.L. Burnside el álbum A pocket ass of whiskey. Billboard dijo que el blues nunca había sonado así. Pero otras críticas no fueron tan positivas. Algunos puristas dijeron que no respetabas el blues. ¿Qué significa esa palabra, blues, para ti?
Mira, me importa una mierda lo que la gente diga de la música que hicimos con R.L. Burnside. Tocamos con él porque era mi amigo, y porque nos volvía locos lo que hacía. Lo que hicimos estuvo bien para nosotros. ¿Qué quieres que te diga? Al que no le gusta, que no lo escuche. No puedo decir mucho más. Con respecto al blues: es algo tan puro que no puede estar sujeto a una definición. Es una fuerza apabullante, música en mayúsculas.
- ¿Te gusta el rock que se hace hoy?
Hay de todo. Hay mucha mierda, pero hay bandas que lo están haciendo genial. Hay mucha música, solo hay que buscar un poco. Es como si vas a una ciudad. Es muy fácil encontrar un McDonalds, pero no es muy buena comida. Si buscas comer algo mejor, tendrás que esforzarte en buscarlo. Por ejemplo, ahora estoy escuchando mucho a Bloodshot Bill, el tío que mejor rockabilly hace ahora mismo. Un one-man-band canadiense. Es buenísimo, muy auténtico, pero no lo encuentras fácilmente.
- Una vez dijiste que tu objetivo era crear algo que trascendiera tu existencia. ¿Te obsesiona esa idea?
Eso lo dije hace tiempo. Estoy muy agradecido de estar vivo. Tengo mil planes por llevar a cabo: seguir haciendo música, viajar… Tengo una vida preciosa. Amigos encantadores. Me siento muy afortunado. Pero sí, soy consciente de mis debilidades como persona, y me gustaría escribir algo que siguiera sonando cuando yo muera. Con el tiempo relativizas eso, pero sigue ahí. Al final, hacer música es un intento de tocar algo en el interior de alguien.
- ¿Cómo te gustaría ser recordado?
Oh, (suspira). No lo sé. Mira, me gustaría que la gente se acordara de que la Blues Explosion lo petó en sus conciertos en España de noviembre de 2015. Sí, eso estaría bien.
- ¿Después de 25 años, qué te empuja a seguir creando música?
Sigo amando la música. Creo que es tan simple como eso. La música me sigue obsesionando, sigo siendo un fanático. De algún modo, a través de la música también intento cambiar lo que no me gusta de mí mismo, lo que me gustaría que fuera de otra manera.