Este texto fue un medio encargo de Vice. La cosa fue así: le envié a esa buena gente una serie de textos y me dijeron que les molaba el rollo pero que eran «demasiado culturales». Les propuse una incursión gonzo en el vip del SOS para buscar el cadáver del indie. No sé si me dijeron que sí para que me callara de una puta vez, porque no volví a saber nada de ellos.
El segurata me ha visto. Me separan de él unos 15 metros. 14,13,12. Es posible que esta sea la quinta vez que me comprueba la pulsera. 5,4,3. Le suelto un buenas, ¿cómo vamos? porque pensaba que en la entrada de la zona VIP de un festival se habla así a los seguratas. No responde. Tira de mi pulsera como si la erradicación del hambre en el mundo dependiera de ello. Como si por su cabeza pasara una idea que dice ¿cómo vas a ser tú VIP con esas pintas de yonkie? Mientras, el otro segurata ha despachado a siete personas. Entro y recuerdo que quería empezar esta crónica hablando de Hunter S. Thompson y de cuando se fue de pesca con varios peces gordos norteamericanos y se dio cuenta de que eran unos cerdos vanidosos y farsantes. Entiendo que va a ser imposible.
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Murcia. Primer fin de semana de mayo. El SOS 4.8 inaugura la temporada nacional de festivales veraniegos. Se prevé que más de 30.000 personas inunden las calles de la capital del Segura para disfrutar de su festival y su sol y sus gentes y su alcohol a precio de fábrica. El gran reclamo de este año es un galán hedonista llamado Morrissey. Eso dice la nota de prensa. BLABLABLABLA. Esta mañana un colega me ha contado que hace una semana, en el supermercado, escuchó esta conversación:
-Acha, ¿te has pillado la entrada del SOS?
-Sí, tía, no sé quién viene ni nada, pero se monta una fiesta que flipas.