Ni tatuaje ni hostias, no puedes trabajar ahí

Esta es la crónica de mi primer (y último) día trabajando como comercial de una famosísisisisisima empresa energética. 

reunion-comercial

Si buscas en Google ‘Comercial’, esta es una de las primeras imágenes que aparece. Igual está feo que lo diga desde el principio, pero esta escena no sucedió aquel día.

Acabo de abrir la puerta del piso de mi hermana. Mi hermana está en el salón. Me ha mirado con una cara que parece decir: ¿Qué, muchas hostias hoy? He entrado en el salón y me he sentado en el sofá que hay al fondo, junto a la ventana. Ella está sentada en el otro sofá. Los sofás forman un ángulo de 90 grados. Me he tumbado en el sofá y he dicho: Ana, quiero morirme. Ella me ha preguntado por qué, y yo le he dicho que en realidad la historia era graciosa, pero que quiero morirme. He pensado en Kurt Vonnegut y en eso de que después de una desgracia tienes dos opciones: reír o llorar; y que si ríes luego no tienes que limpiar nada. Me he quitado el abrigo y he empezado a contarle cómo me había ido mi primer día de curro.

El sitio se llama Centro de Negocios Bruselas. Me llamaron y me dijeron que me habían seleccionado para hacer la entrevista de trabajo. Como me había tirado toda la mañana deambulando por Infojobs, Jobandtalent, Laboris, Bebee, Linkedin y el Sefcarm y había enviado mi currículum a unos dos millones de ofertas, no tenía ni puta idea de quién me llamaba ni, peor aún, del trabajo en cuestión. Me pareció muy feo preguntarle a la señora telefonista algo rollo: ¿vale, pero de cuál de los cinco millones de empleos a los que he enviado mi currículum se trata? Así que puse voz de haber recibido tres llamadas de ese tipo en los últimos diez minutos. Dejé que la señora telefonista escuchara cómo aspiraba y expiraba mientras decía: bien…pues…ese rollo. Voz solvente. Tuve la entrevista el miércoles pasado, el día después del cumpleaños de Lucía. Aparecí en el Centro de Negocios Bruselas después de haber dormido tres horas y con el abrigo lleno de purpurina y con el currículum doblado cuatro veces, como si fuera la página de La Opinión en la que se ve  la cabeza de tu abuelo en la grada de cemento de la Condomina y que tu abuela guardó durante 234 años. Bueno, pues pasé la entrevista. El Eshesh, el jefe, no dejaba de mirarme el pendiente; pero pasé la entrevista. Al día siguiente me llamaron y me dijeron que empezaba el lunes. Bien. Hoy ha sido lunes.

Llegué al Centro de Negocios Bruselas a las nueve. El Centro de Negocios Bruselas está junto al Eroski, justo en esa zona que huele todo el año al alcohol que se derrama en el SOS.  Subí al primer piso y en la puerta de la oficina me encontré a un tío muy gordo que llevaba el pelo hacia arriba con esa avaricia con la que el pelo se llevaba hacia arriba en 2004. Su jersey negro con un tigre blanco enfadadísimo a la altura de la clavícula y sus piernas embutidas –embutidas de verdad, sus extremidades inferiores parecían una sucesión de morcillas- en unos vaqueros pitillo. La guinda: unos buenos zapaticos blancos.  Y digo buenos porque SÉ que, cuando se los compró, dijo: estos son buenos, buenos. Llegué justo cuando su dramatización del fin de semana estaba terminando. Estaba diciendo: Joder, hermano, es que si no hubiera alcohol… –negaba con la cabeza- …si no hubiera alcohol, yo no la liaría tanto. Entonces hubo un silencio y aparecieron la señora CULPA y la señora REDENCIÓN. Saludaron y se fueron. Se abrió la puerta de la oficina y apareció El Eshesh, el jefe. Se puso a mover las manos y a hablar con la gente. Reparó en mí. Me miró y me dijo: ¿Cómo te llamabash? Se lo dije y me dijo que Repeinado sería mi tutor.

Repeinado es chileno. Lo primero que me dijo fue: Toma asiento. Y yo ya no necesité nada más para saber que Repeinado es gilipollas. Nunca te fíes de alguien que diga Toma asiento. TOMA ASIENTO, ¿QUÉ COJONES? Toma asiento. Ya lo he tomado, Repeinado, he tomado Asiento pese a la resistencia de sus tropas. Vaya gilipollez. Entonces me dijo que entrase en la oficina y me entregó una carpeta en la que ponía IBERDROLA.

Vale, no te había contado de qué iba el curro. O de qué CREÍA YO que iba el curro. El Eshesh me explicó que la movida iba de renovar contratos de IBERDROLA y recuperar antiguos clientes. Me dijo que el primer mes iría a comisión y cobraría cada viernes. Hay tres tipos de comisiones: 10€ por conseguir una renovación de luz,  22 por conseguir una renovación de luz y gas y 40 por recuperar a un antiguo cliente. Recuperar antiguosh clientes esh muy fácil, en la mayoría de cashosh she fueron porque she lesh habló mal, dijo El Eshesh. Si durante ese mes consigues cinco contratos al día, la empresa te da de alta y te paga un sueldo base de 800€. El Eshesh me dijo que conseguir cinco al día era muy fácil. Y en la siguiente escena salía yo, flipadísimo, diciendo: Bah, si renovar contratos debe ser algo rollo ir de casa en casa firmando cuatro cosas…me saco yo mis perricas con esto. Y ya verás, ya verás.

Repeinado abrió mi carpeta y me enseñó un folio en el que había mil datos y habló durante un minuto de precios del kilowatio y tantos por ciento y rebajas y yo asentí, pero no me enteré de una mierda. Repeinado me dijo que le acompañase abajo. Le seguí hasta la gasolinera que hay detrás del Centro de Negocios Bruselas y comenzó a correr de un lado a otro. Repeinado corre de una forma muy rara, como si pretendiese esquiar sobre el asfalto. Su pelo, un armazón a prueba de malas tardes de premios nobel de la paz, permaneció impasible. Repeinado me indicó que subiera a un coche. Subí. Y aquí aparecen tres grandes personajes: Jodido, Pragmático y Espabilao.

Jodido y Pragmático son hermanos. Jodido conducía y Pragmático, que apenas cabía en el coche, era copiloto. Espabilao y yo íbamos detrás. En el primer semáforo, Jodido se dio la vuelta y me preguntó mi nombre y yo se lo dije y él me soltó: Yo soy Jodido, así que este es tu primer día. Imagino que no tienes ni puta idea.

-Eh, Jodido, -dijo Espabilao- he olvidado la acreditación en casa, ¿me puedes llevar? Serán cinco minutos.

-Joder, Espabilao, siempre tienes madalenas para la leche…-contestó Jodido, indignado.

Yo pensé que ya daba igual lo que pasara el resto del día. Pensé que esa frase justificaba cualquier cosa. Pensé que esa frase era la respuesta a todos los problemas que he tenido en mis 23 años y, más aún, que esa frase restauraba el orden cósmico. Pero ya verás, ya. Llegamos a casa de Espabilao y Espabilao bajó del coche y fue a por su acreditación y volvió y subió al coche y encendió un cigarro y Jodido pegó un frenazo y dijo: ¡¡¡ESPABILAO, NI SE TE OCURRA FUMARME EN EL COCHE, NI SE TE OCURRA, QUE LUEGO MUCHO PERDÓN Y MUCHAS HOSTIAS, PERO SI QUEMAS ALGO ESO SE QUEDA QUEMADO, A MI CUÑADO LE QUEMARON UNA PARTE DEL TECHO CON UN CIGARRO EL MISMO DÍA QUE SE COMPRÓ EL COCHE, Y SE QUEDÓ CON EL TECHO QUEMADO HASTA EL DÍA EN QUE VENDIÓ EL COCHE!!! Si me hubiera dicho eso a mí, cuando hubiera llegado la parte del techo del coche de su cuñado yo ya estaría rodando por la autovía después de haber abierto la puerta del coche y haberme arrojado al asfalto, muerto de culpa. Porque esa es otra: íbamos por la autovía. Mucho jijijajá, pero hacía diez minutos que salimos de Murcia y yo no tenía ni idea de adónde me llevaban. En ese momento vi los titulares de La Verdad y La Opinión del día siguiente: SECUESTRADO SACO DE HUESOS EN SU PRIMER DÍA DE CURRO. Los subtítulos decían cosas rollo: EL CHAVAL, PENSANDO QUE VIVÍA EN UN MUNDO JUSTO, PIDIÓ POR FAVOR QUE LE DIERAN DE ALTA EN LA EMPRESA Y QUE SU SUELDO SE AJUSTASE A LO ESTIPULADO POR EL SALARIO MÍNIMO INTERPOFESIONAL, JAJAJAJAJAJAJAJA.

-Bueno, tienes que saber que este trabajo es muy sacrificado –me dijo Jodido-, estás entrando en la casa de la gente y molestándola. Tienes que saber que normalmente no te van a abrir y que cuando te abran te van a hablar mal y que cuando no te hablen mal no querrán saber nada de ti. Mira, el procedimiento es este: llamas, pumpum, si la tía que te abre es fea, consigues el contrato y te vas. Si la tía que te abre está buena, consigues el contrato y te la follas.

Pragmático y Espabilao rieron como si la erradicación del hambre en el mundo dependiera de ello. Pragmático dio un par de palmadas.

-No, tío –continuó Jodido- es broma, -respiré aliviado- lo que quiero decir es que en este trabajo tienes que ser muy avispado. Lo que interesa es ganar dinero. Tienes que ser muy ambicioso.

-Ya –contesté.

-Es jodido porque no sabes las horas que vas a tener que echar para sacar unos 40€ al día. Y no es fácil convencer a la gente.

-Imagino.

-Bueno, -se giró y me miró a los ojos- yo te estoy contando la realidad, tío. Y en la realidad entra lo bueno y lo malo, ¿sabes?

-Sí.

-Yo te podría pintar esto de verde o de amarillo, y sería muy bonito y estarías contentísimo…

-Claro.

-Yo te podría pintar esto de colorines, pero no te estaría pintando la realidad…

-Entiendo.

-Y si te pinto la realidad va lo bueno y lo malo, ¿sabes?

-Ya, ya.

-Porque yo te podría pintar esto de colorines, pero si te lo pinto de realidad va lo bueno y lo malo, tío.

Y así hasta que llegamos a Cieza. A CIEZA. Tócate los huevos, Maribel. Aparcamos y Jodido dijo que él iría con Pragmático y que yo fuese con Espabilao. Entonces Espabilao contó que el día anterior había engañado a un viejo que quería dar de alta una cuenta y otra de baja y él le hizo firmar dos documentos que eran dos contratos con IBERDROLA y que en uno escribió alta y en otro baja y que el viejo se lo creyó. ¡¡QUÉ HIJOPUUUUUUUUUUUUTA!!, soltaron Jodido y Pragmático. Yo hacía rato que sabía que iba a ser mi primer y último día en esa puta mierda de trabajo en el que solo te va bien si eres un cabrón. Hacía rato que la curiosidad -o la vocación periodística o la pereza que me daba volver a casa a deambular por Infojobs, yo qué sé- era lo único que me impedía salir corriendo y hacer autoestop de vuelta a Murcia. Entonces pensé  que seguro que nadie pararía a recogerme y que Jodido, Pragmático y Espabilao me verían y me señalarían y pasarían a mi lado como tres hunos, chillando ruedas y mofándose de mi nula vocación de grandísimo hijo de la gran puta.

Seguí a Espabilao hasta una avenida muy larga que se llama Camino de Murcia. Echó un vistazo a su listado de direcciones y dijo: ¿Qué coño? ¡¡A PUERTA FRÍA!! Llamó a un timbre y entramos en un edificio.

-¿Y entonces cuántos años estuviste en la universidad? –me preguntó.

-Cuatro de la carrera y luego un máster de un año.

-¡¡JODER, CUATRO AÑOS! ¡A LO MEJOR TIRO YO CUATRO AÑOS DE MI VIDA EN LA UNIVERSIDAD!! –soltó. Yo no supe qué decir.-¿Y qué estudiaste?

-Periodismo.

-¿Y no has encontrado curro de periodista?

-Qué va, es muy difícil.

-¿Y eso? ¿Es que no hay noticias que escribir?

Joder, muy mal se tiene que dar la cosa para que este tío no gane un nobel antes de los 30 años.

Media hora después, Espabilao y yo seguíamos intimando y las puertas seguían sin abrirse. Era mediodía. Espabilao se sentó en un banco y me preguntó si estaba cansado y yo le dije que no. Entonces llamamos a un timbre y nos abrió un señor y Espabilao le dijo que iba a aplicarle los descuentos -10% de luz y 50% de gas- a su factura. Luego me dijo que lo que no decía era que el hecho de que un comercial llamase a una puerta y consiguiera una firma, suponía un pago de un 20% más. O sea, que despides al cabrón de IBERDROLA pensando en que te ahorras un 10% y resulta que estás gastando un 10% más que antes de abrir la puerta. Seguimos.

No sé qué cara llevaría, no sé hasta qué punto mi tez era más mortecina de lo habitual, pero Espabilao me dijo que lo que no podía hacer era llamar a las puertas sin ilusión. Que el cliente ve eso. El tío hablaba del cliente como si fuera un cerdo en un matadero. Me volvió a preguntar si estaba cansado. Le dije que no, que solo estaba observando.

-¿Observando? No hay mucho que observar –contestó, receloso.

Vale, rey. Lo siento.

Nos sentamos en un banco y Espabilao me dijo que quería ver cómo me desenvolvía.

-A ver, llamas a la puerta y te abro, ¿qué me dices?

-Eeeeh…hola…venimos de IBERDROLA…queríamos comprobar que…que le están aplicando los descuentos correspondientes a su factura, ¿me la enseña?

-¡¡PUES NO, ME LA ENVÍAN POR E-MAIL!! –soltó Espabilao.

Yo volvía a no saber qué decir. No sabía si esa era una respuesta que suele dar el personal o si era un chiste. Pensé que era un chiste, porque Espabilao se partió el ojete. Era un chiste y tenía moho. El cabrón lo tenía guardado desde hace meses. Entonces seguimos recorriendo Camino de Murcia y llamamos al timbre de un edificio y nos contestó una señora mayor y subimos a su piso y nos abrió la puerta. Nos llevó al salón y nos sacó la factura. La señora estaba en ENDESA. Espabilao le dijo que daba igual, que él era de la distribuidora, y que le iba a hacer un cambio en la factura para que ahorrase algo. Que ella seguiría con ENDESA. La señora tiene un hijo de unos treinta y cinco años que mide un metro sesenta y está rapado y tiene los ojos verdes y camina con los pies hacia adentro y mueve mucho las manos al hablar. El hijo de la señora nos contó su puta vida. Lleva tres meses parado y le da cosa pedirle a su madre dinero para la gasolina. Su madre tiene un bajo en esa misma esquina, pero el mantenimiento es carísimo. El hijo contó que se cruza con gente que le dice que seguro que él vive bien con lo que saca del bajo. Él se enfada mucho. Dice: ¿Cómo? Si eso no son más que pérdidas…eso se lo ganaron mis padres con trabajo y esfuerzo y sudor…Y SANGRE –aquí se flipó un poco, creo- y ahora no da más que pérdidas.

Mientras el hijo de la señora me contaba su vida, Espabilao se la liaba a la señora. El hijo de la señora tiene un gato que se llama Charlie. Charlie se paseaba por la mesa de camilla, rodeando los contratos. El hijo de la señora dijo: ¡¡CHARLIE, NO SEAS IMPERTINENTE!! Me pareció muy aristócrata pedirle a un gato que no fuera impertinente. Con la que está cayendo. El hijo de la señora me contó que los viernes colabora en un programa de misterio en Radio Sintonía.

-Este viernes hablaré del misterio de la Isla de Pascua y de un descubrimiento sobre el Triángulo de las Bermudas…

-Qué interesante. –Le contesté, creo que sin mucha convicción.

-También hablaré de…bueno, tú no tienes ni idea de todo esto, claro…lo que pasa es que tengo pocos datos, acaban de descubrirlo.

-Bueno, tío, tú léete lo que se haya escrito y sé veraz.

Dije veraz porque, cuando tengo demasiada mierda delante, mi mente reacciona con jerga periodística. Como diciéndome que todo va a ir bien, que, joder, tengo una carrera con tantísimo futuro como grado en periodismo. Nos despedimos de la señora y de su hijo y de su gato. En la calle, Espabilao me contó que lo de la distribuidora es mentira, que  había cambiado de compañía a la señora. También me contó que la señora tiene 75 años y que la ley dice que los comerciales no pueden firmar contratos con nadie que tuviera más de 74 años, pero que él lo hacía. Y si cuela, cuela.

Llamamos a mil puertas y no abrió nadie. Yo me preguntaba cuándo terminaría esta mierda. Entonces un señor abrió la puerta y resultaba que tenía dos cuentas con IBERDROLA. A Espabilao se le saltaron las lágrimas. Cuando salimos me dijo que ya había echado el día y que ese señor estaba pagando luz para iluminar media Cieza. Eran las dos. Volvimos al coche de Jodido. Jodido y Pragmático estaban devorando  bocadillos de mortadela sin aceitunas. Espabilao contó que veníamos de casa de un señor que estaba pagando luz para iluminar media Cieza, y que igual habría que cambiarle la tarifa para que no acabase desplumado. Jodido dejó de comer.

-No, no, no, Espabilao, tú ahí no te metas. Tú has conseguido tu firma y a otra cosa. –soltó Jodido.

Sentía nauseas. Qué puto asco. Me dormí y me desperté con los ronquidos de Pragmático. Jodido me explicó que de dos a cuatro hay que parar, porque la gente está comiendo y se les molesta y a él no le gusta que le molesten, entonces él tampoco molesta. Acordaron trabajar de cuatro a seis y volver a Murcia. Espabilao ya había echado el día, así que se sentó en un banco y se puso a jugar a un juego de disparos. Me contó que llevaba un año y medio trabajando ahí y que lo de conseguir el sueldo base es casi imposible, que nadie consigue cinco contratos al día durante un mes entero. Llevaba con él siete horas y solo había conseguido dos. También me dijo que estaba muy cómodo yendo a comisión. Yo me mareé o algo.

Espabilao sintió la necesidad de enseñarme algo. Me sacó una factura y la rellenó delante de mí. Yo hacía como que escuchaba, pero solo prestaba atención a los círculos que trazaba alrededor de las palabras clave. Fuimos a la calle Quevedo –la mejor calle de Cieza, según Espabilao- y llamamos a un timbre. Subimos al piso y nos encontramos con un tío de ENDESA. CHAN-CHAAAAAAAAAAAAAAN. Espabilao iba a soltarle lo de los descuentos a una señora, pero la señora dijo que acababa de hablar con un tío de una eléctrica, que tampoco abusáramos. En el ascensor, Espabilao y Endeso se tantearon. Vaya par de idiotas. La conversación fue más o menos así:

-¿Qué, habéis venido a quitarnos la calle Quevedo? –preguntó Espabilao.

-Sí, llevamos toda la tarde aquí, nos es muy fácil convencer a la gente para que se cambie a ENDESA -contestó Endeso.

-¿A cuánto lleváis las comisiones?

-¿Y vosotros? ¿Por qué tendría que decírtelo?

-Nosotros a 10, 22 y 40.

-Uuuuuy, nosotros a más.

-¿A cuánto?

-A más.

-¿A cuánto?

-Es que nos es muy fácil follaros. Decimos que facturáis en Bilbao y que nosotros no cobramos mantenimiento y ya os reventamos.

-Pues nosotros os reventamos diciendo que no aplicáis los mismos descuentos que nosotros.

Después hablaron del precio del kilowatio. Utilizaban términos rarísimos. No me enteré de nada. Tampoco presté atención. Solo me esforcé por mantener una sonrisa que, esperaba, dijese: ¿Qué me vas a contar a mí? Solo quería ver cuán gilipollas podían ser. La escena me recordó a Patrick Bateman y sus colegas sacándose sus pollas en forma de tarjeta de visita. Pensé que no se podía ser más cínico. También pensé que era imposible que todo fuera tan absurdo. Pensé en la dimensión irónica de todo esto y me costó encontrarla. Pensé que se trataba de prender fuego a estos dos idiotas. Prenderles fuego y sonreír. Y reír, incluso. Reír muy fuerte, porque entiendes que ha llegado ese momento en que todo es tan absurdo que solo puede reír como el Joker.

Espabilao llamó a Jodido y volvimos al coche y salimos de vuelta a Murcia. Hablaron durante un rato sobre kilowatios y Jodido empezó a hablar de mujeres. Dijo: La informalidad está a la orden del día. El otro día estaba en una barbacoa esperando a una chica y no fue. Ni siquiera avisó. No le dije nada por no llamarla informal. Yo pensé que no tenía ningún futuro en una profesión en la que la palabra informal es un insulto. Jodido siguió. Dijo: Las mujeres son todas unas putas. Que las follen a todas. Bueno, si me las puedo follar yo, mejor. Pero es que para quedarte con la morcilla tienes que cuidar al cerdo, criarlo y quedártelo. No os echéis novia. A partir de los 30 años les salen espadas de las orejas. Pragmático dijo: Pero si hay mujeres pa aburrir, pijo. Contó que había conocido a su pareja por Badoo y le dijo a Jodido que debería abrirse una cuenta. Espabilao estaba de acuerdo. Jodido dijo: ¿Sí, me vais a hacer un perfil guapo en Badoo? Os tomo la palabra, ¿eh? ¿Pero ahí las saludas y entonces de qué les hablas? No sé yo…bueno, os tomo la palabra, me hacéis un perfil guapo en Badoo y lo intento.

Llegamos a Murcia y Jodido me preguntó cómo había visto el trabajo y yo dije que bien, que esperaba aprender pronto. Me dejaron en el Eroski. Me bajé del coche y me puse el abrigo y tiré la carpeta con los putos contratos y la guía de precios del puto kilowatio en la primera papelera que vi. Me puse los auriculares. Sonó Black and White. Me flipa cómo canta Andrew Savage. Parece que el tío está a punto de ahogarse, pero siempre consigue llegar al final de la canción. Me compré una palmera de chocolate en una confitería de Ronda de Garay. Pensé en que hace un año me hice un tatuaje que representa una serie de valores a los que no puedo fallar. Llegué al piso de mi hermana.

Así que le he contado la historia a mi hermana. Acabo de recibir dos mensajes de voz de mi colega Fafi. Está hasta los huevos. No le renuevan en la oficina. Cobraba 400 pavos y el Estado le daba a su jefe 400 pavos por contratar a un tío que sigue matriculado en la universidad. Fafi dice que no tiene dinero para subir al tranvía y que si se la juega y le pillan no puede comer este mes. Dice que va a subir a Espinardo y va a prenderle fuego a la facultad de periodismo. Dice que quiere encontrar curro de lo que sea aunque trabaje diez horas al día y que va a mandar a tomar por culo al periodismo y a la escritura. Que quiere vivir.

Le digo a mi hermana:

-Ana, es que no puedo currar ahí. Yo puedo aceptar tener un curro de mierda, pero no voy a ser un hijo de puta. Además, es que me hice un tatuaje que repre…

-Ni tatuaje ni hostias, no puedes trabajar ahí –contesta mi hermana, airada.

Está claro.

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